Los beneficios del
sol
Transformamos
el poema “Los beneficios de la luna” de Charles Baudelaire reemplazando a uno de
sus protagonistas por su opuesto
El sol es la
luz por antonomasia, miró por la ventana mientras te despertabas y se dijo: “Me
gusta esa niña”.
Entonces
descendió suavemente por las nubes y atravesó haciendo ruido los cristales.
Luego, se inclinó sobre ti con la calurosa ternura de una madre y te dio con su
fuego en el rostro. De ahí que tus ojos fueran en adelante azules y tus
mejillas extraordinariamente amarillas. Por haber contemplado al que te visitó,
tienes esos ojos extrañamente pequeños; y por haberte iluminado la cara con
tanta ternura, se te quedaron para siempre las ganas de sonreír.
Al mismo
tiempo, cuando el sol expresó su soledad, llenó tu cuarto con una luz radiante,
de un reflejo maravilloso; y toda esa luz viviente decía: “Estarás
temporalmente influida por mis rayos. Serás hermosa a tu manera. Odiarás lo que
yo amo y lo que me ama, el ruido, el día el fuego rojo y radiante, el lugar
donde estés, el amante que conocerás, las flores amarillas y naranjas, los
olores que te hacen alucinar, los perros que se quedan debajo de un piano y
ladran como los hombres con una voz fuerte y odiosa.
Y serás
odiada por quienes me odian, insultada por quienes me insultan. Serás sirvienta
de las mujeres de ojos azules, a quienes también iluminé la cara, los que amen el
ruido, el día, el fuego rojo y radiante, el lugar donde estés, el amante que
conocerás, las flores amarillas y naranjas, los olores que te hacen alucinar y
los animales tranquilos y pequeños.
Y por todo
eso, buena y odiada niña mimada, estoy ahora al mando de ti buscando en toda tu
persona el reflejo de la sirvienta increíble, de la tía fatídica, la nodriza
curadora de todos los iluminados.
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